El amor es conexión

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El amor es conexión

El amor no es simplemente sentir. El amor es compartir, es ser consecuente, es desear el bien, es tener buen humor, buena voluntad, es devolver bien por mal, es obrar con bondad, es compasión, es sonreír siempre. Comprender y ponerse en el lugar del otro.

Para mí el amor es hacer el bien y buscar la belleza en todo, tal y como hacía el maestro Jesús, cuando por ejemplo iba caminando con los apóstoles y se encontraron el cadáver de un perro. Los apóstoles se taparon la nariz y los ojos y sin embargo Jesús dijo; “Ni las perlas son tan blancas como sus dientes”. Amar es enseñar al que no sabe con el ejemplo sin criticarlo ni juzgarlo. Amar no es dar limosna ni ofrecer todo lo que nos piden, eso sería impedirles que adelanten por sus propios esfuerzos. Es como quitarles su karma. Así lo entiendo yo al menos.

La compasión no es una relación entre sanador y herido. Es una relación entre iguales. Sólo cuando conocemos bien nuestra oscuridad podemos estar presentes en la oscuridad de los demás. Cuanto mejor nos aceptamos a nosotros mismos y a los demás, más compasivos nos volvemos. Sin embargo, resulta difícil aceptar a las personas cuando sentimos dolor o cuando se aprovechan de nosotros, ¿verdad? por eso una de las cosas que he aprendido es que si realmente queremos practicar la compasión tenemos que establecer límites.

¿No sería genial ser más bondadosos pero más firmes?

¿En qué cambiaría nuestra vida si hubiese menos enfado y más responsabilidad?

Establecer límites y exigir responsabilidad supone mucho más trabajo que avergonzar y culpabilizar. Pero también es mucho más efectivo, tal y como expone la escritora Brené Brown en su maravilloso libro “Los dones de la imperfección”.

El amor es conexión.

Yo defino la conexión como la energía que fluye entre las personas cuando se sienten vistas, escuchadas y valoradas, cuando pueden dar y recibir sin juicios y cuando a partir de la relación ganan sustento y fortaleza.

La conexión genera conexión.

El ser humano está diseñado para la conexión. Está en nuestra biología. Desde que nacemos necesitamos conexión para poder prosperar en las cuatro dimensiones: intelectual, emocional, física y espiritual. Hace años esto era “new age”, hoy en día sabemos que la necesidad de conexión es algo más que un pálpito. Es ciencia pura y dura. Neurociencia para ser exactos.

Mientras no seamos capaces de recibir con el corazón abierto, tampoco estaremos dando realmente con el corazón abierto.

Cultivamos el amor cuando permitimos que nuestro yo más vulnerable y poderoso sea realmente visto y conocido, y cuando honramos la conexión espiritual que crece a partir de ese ofrecimiento con confianza, respeto, amabilidad y afecto.

El amor no es algo que demos u obtengamos, sino algo que nutrimos y cultivamos, una conexión que sólo puede crecer entre dos personas cuando ya existe dentro de cada una de ellas: solo podemos amar a otros en la medida que nos amemos a nosotros mismos.

En mi opinión, el amor es ofrecer a los demás nuestro yo más auténtico y sentimos la pertenencia cuando nos aceptan libremente por lo que somos.

¿Qué es el amor para ti?

Un meta abrazo y que estas líneas te encuentren con el corazón lleno de alegría

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